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Es un hecho que la juventud actual es la fuerza y futuro de la Humanidad. Los jóvenes han tenido padres que, de alguna forma, perdieron la “brújula” y se encuentran desconcertados respecto al sentido de la vida. Los padres de la generación actual sufrieron un revés en sus valores. Son personas que abandonaron la reflexión y se entregaron a lo superficial y lo práctico.
Pero, lejos de juzgarlos, los jóvenes pueden rescatarlos. La juventud tiene el anhelo de lo grande y sueña con un mundo mejor. Los jóvenes pueden formar este mundo si se dejan llenar del Espíritu de Dios, a quien sus padres impidieron entrar. Queriendo ser libres durante su propia juventud, los padres se convirtieron en rebeldes sin causa. Es por eso que el Papa Benedicto XVI ha querido hablar a los jóvenes directamente e invitarlos a ser como Cristo: Rebeldes CON causa.
Comparto contigo una parte de su Mensaje en la XXVII Jornada Mundial de la Juventud 2012:
Queridos jóvenes, no tengáis miedo de arriesgar vuestra vida abriéndola a Jesucristo y su Evangelio; es el camino para tener la paz y la verdadera felicidad dentro de nosotros mismos; es el camino para la verdadera realización de nuestra existencia de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza.
Cumpliendo los Mandamientos, encontramos el camino de la vida y de la felicidad. Aunque a primera vista puedan parecer un conjunto de prohibiciones, casi un obstáculo a la libertad, si los meditamos más atentamente a la luz del Mensaje de Cristo, representan un conjunto de reglas de vidas esenciales y valiosas que conducen a una existencia feliz, realizada según el Proyecto de Dios.
Cuántas veces, en cambio, constatamos que construir ignorando a Dios y su voluntad, nos lleva a la desilusión, la tristeza y al sentimiento de derrota. Vosotros tenéis la tarea de mostrar al mundo que la fe trae una felicidad y alegría verdadera, plena y duradera. Y si el modo de vivir de los cristianos parece a veces cansado y aburrido, entonces sed vosotros los primeros en dar testimonio del rostro alegre y feliz de la fe.
Llevad la Nueva Evangelización a todos los ámbitos, y recibiréis el ciento por uno: la alegría de la Salvación para vosotros mismos, la alegría de ver la Misericordia de Dios que obra en los corazones. En el día de vuestro encuentro definitivo con el Señor, Él podrá deciros: ‘¡Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor!