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NO CAMBIEN A MI PÁRROCO, ¡ES MÍO!
- 25 octubre, 2017
- Posted by: Flori Pérez
- Category: otros
Querida Lupita:
Tú que estás cerca de los Sacerdotes y de los Obispos, ayúdanos a los de la Parroquia N… para que no cambien a nuestro señor Cura ni a su Vicario. Yo creo que deben escucharlos y saber lo que están haciendo. Hay muchos planes que se quedarán en el tintero si ellos se van. A nosotros no nos parece justo que hagan esto con los Sacerdotes. Los mueven sin ton ni son, y cuando queremos hablar con las Autoridades Eclesiásticas resulta que no tienen tiempo para atendernos. Me invitaron a hacer un “plantón” en el Arzobispado; no quise ir, pero me quedo con la sensación de que nosotros no importamos. ¿Puedes ayudarnos?
Ma. Concepción G.
Muy estimada en Cristo, Conchita:
Permíteme decirte que estos cambios tienen más ton y son del que puedas imaginarte. Comprendo tu frustración al ver que se te va un Sacerdote o varios, que han hecho un enorme bien en tu comunidad, tal vez en tu propia familia. Esto es una pérdida, y manejarla implica un prolongado proceso de aceptación.
Tanto para los fieles como para los Sacerdotes, los movimientos parroquiales implican dolor y crisis; pero, a la vez, son fuente de bendiciones abundantes. Me alegra que no hayas acudido al “plantón”. Por supuesto que podemos presentarnos a las Autoridades Eclesiásticas y, con todo respeto, expresar nuestras observaciones y puntos de vista sobre el curso de una Parroquia. Pero de esto, a manifestarse contra las decisiones del Obispo en forma insolente, hay una enorme distancia.
Esta rebeldía contra los cambios disfraza el egoísmo del corazón humano, que dice: “A mí me hace bien este Sacerdote; no se lo lleven”. Esto es lo mismo que decir: “Este Sacerdote me ha servido y no quiero que vaya a servir a otros; aquí está bien”.
¿Por qué consideras que un Cura debe quedarse a tu lado por siempre? ¿Por qué no piensas en el bien que puede hacer a muchos más? ¿Por qué no agradeces a Dios por el don de haber podido contar con este servidor suyo en tu comunidad durante los años que te lo concedió?
Los Presbíteros son eminentemente misioneros. Ellos prometen obediencia a su Obispo y ven en sus lineamientos la voluntad de Dios. Pueden, desde luego, hablar con su Superior si lo consideran necesario. En la Exhortación Apostólica post-sinodal de Juan Pablo II, Pastores gregis, en su Número 47, leemos: “El Obispo ha de tratar de comportarse siempre con sus Sacerdotes como padre y hermano que los quiere, escucha, acoge, corrige, conforta, pide su colaboración y hace todo lo posible por su bienestar humano, espiritual, ministerial y económico.”
Debemos tener la certeza de que un Obispo observa las necesidades de su Diócesis y conoce las aptitudes de sus Clérigos. Sabe cuándo y cómo conviene reubicarlos, para bien de ellos y de la feligresía. Él observa todo el conjunto; tú y yo sólo vemos nuestra Parroquia. Por cierto, la Parroquia se define como una comunidad de fieles, confiados a las atenciones pastorales de un Párroco, bajo la autoridad del Obispo (Christus Dominus, 28, Canon 515).
El Arzobispo Piacenza nos invita a que pidamos a María la gracia de una obediencia filial, alegre y pronta, que nos libere del protagonismo y muestre, a la humanidad entera, que los Sacerdotes son puente al Cielo, destinados al desapego total de las cosas del mundo, obteniendo su fortaleza en su entrega total a Cristo.