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¿Qué clase de sociedad estamos formando? Me impactó mucho conocer la noticia de una mujer que llevaba en la cajuela de su coche a un niño de 8 años. El niño gritaba que le ayudaran, y la Policía entró en acción. La mujer argumentó que se trataba de su sobrino y que lo traía ahí porque era muy agresivo. El pequeño fue llevado a la Unidad especializada en prevención de la violencia Familiar, en donde se enteraron de que el chamaquito tenía varios días sin comer y estaba muy sucio.
Yo no he podido tener hijos y esta clase de maltrato me destroza por dentro.
Astrid B.
Astrid:
Dios nos habla en nuestras circunstancias, y ten la certeza de que cuando algo en concreto te indigna, tienes misión específica para ello. Si preguntaras a Dios qué ha hecho por estos niños despreciados en su propia familia, seguramente te respondería: Te he hecho a ti.
Descubre lo que Dios espera de ti acercándote más a esta realidad. Será difícil al principio, pues tu corazón llora con cada chiquitín que sufre; pero cuando compruebes todo el bien que puedes hacerles, irás fortaleciéndote y generando el cambio que quieres ver en el mundo.
Puedes empezar acudiendo a una o varias casas-hogar y revisando cuáles son sus necesidades. Un aspecto clave en el que puedes aportar es en la formación de mente y corazón de los menores. Estas instituciones reciben, con cierta facilidad, la ropa, comida, medicamentos, útiles y juguetes necesarios, pero les faltan brazos para acoger con amor a tantos niños que rebasan su capacidad para atenderlos como hijos verdaderos. Recuerdo una ocasión en que visité a los niños de PAIPID. Les llevaba cosas materiales y Sor Bertha López (su directora) me pidió que ayudara a bañarlos, ponerles pijama, dar meriendas y contarles una fábula antes de dormirse.
Fue una experiencia que me dejó grandes enseñanzas. Estos niños sufren, más que nada, por falta de amor. Tuve oportunidad de platicar y jugar con ellos. Verlos sonreír fue un bálsamo para mi propia alma. ¡Cuánto ganamos al dar!
Dirigiéndome ahora a los padres de familia, en general, diría que existen lineamientos básicos para educar en el amor y erradicar rastros de violencia y maltrato en la sociedad, empezando en casa:
- Austeridad, que nos hace desprendidos de las cosas materiales. Esto se opone a darles cosas materiales en exceso
- Espíritu de servicio, que nos lleva a salir de nosotros mismos. Así, les enseñamos que el sentido de la vida es dar lo mejor de nosotros a los demás.
- Buenos hábitos, que nos hacen personas virtuosas. Serán los cimientos para una vida sin vicios.
- Respeto, que es la base para desarrollar habilidades sociales. En casa, deben rechazarse de inmediato y tajantemente las conductas y palabras ofensivas.
- Sana exigencia, que fortalece la voluntad. Evitemos darles todo servido a los hijos, pues ellos deben aprender que todo lo que vale, cuesta.Una familia debe ser comunidad de vida y de amor.
El Papa Francisco nos enriquece con esta reflexión acerca de cómo debe funcionar: Preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son los más frágiles, y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. En familia, los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos. Y, con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.¡Formemos Familias que sean verdaderas Escuelas de Amor!