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Lupita querida:
Tengo un hijo de 5 años. Lo abandoné por irme con un hombre. Ya lo tengo conmigo, pero necesito ayuda para perdonarme a mí misma. Me embaracé de ese hombre después y me hizo abortar. Él me dejó porque ya no quería estar conmigo. Estoy devastada y quiero empezar de nuevo, pero mi pasado me atormenta.
Érica M.
Hermana mía, Érica:
Solo Dios puede restaurar tu corazón herido. El Papa Benedicto XVI nos advirtió acerca del neo-paganismo que estamos viviendo los hombres y mujeres de hoy. Vivimos como si Cristo no hubiese venido a este mundo y no hubiese revelado quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.
Te abrazo fuerte, hermana. Quiero expresarte el amor misericordioso que Dios tiene para ti. Él conoce tu presente y tu pasado; te comprende más que tú misma; ¡tiene poder para renovarte por completo!
Tomaré tu caso para explicar un poco esta realidad y la de muchas otras familias fragmentadas:
Estás enfrentando el dolor que conlleva una vida individualista. Esto es lo que el mundo nos propone, con todo su consumismo: haz lo que quieras y lo que sientas; no midas consecuencias; no te preguntes si es bueno o si está mal; simplemente, “fluye”.
Es con esta bandera con la que se toman decisiones egoístas y precipitadas.
Pero en nuestro diseño natural hay una conciencia que, tarde o temprano, te interpelará. Es lo que estás viviendo ahora. Vivimos bajo el imperio del relativismo moral, que nos dice que nada es bueno ni malo. Hemos entrado a un mundo de confusión, en el que el sentido común se hace el menos común de los sentidos. Las parejas se juntan y se desjuntan con la misma facilidad con que nos deshacemos de lo desechable; no hablamos de amor y compromiso, sino de placer y sexo.
Se dice que cada vez son más los hombres que buscan sexo fingiendo amor, y las mujeres que buscan amor ofreciendo sexo. La sociedad se llena de niños que no conocen a su papá o que no pueden verlo suficientemente porque tiene otra familia…
¡Es tiempo de cambiar! De mirar a quien nos mira con amor; de ponernos de rodillas frente a Dios y pedirle perdón porque no lo hemos escuchado.
La Palabra de Dios nos llama a vivir en el proyecto divino, nos recuerda que el verdadero enemigo en nuestras vidas es el pecado. Así, encontramos Esperanza en el Catecismo de la Iglesia Católica en los Puntos 1848-1849:
Como un Médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su Palabra y su Espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado.
“La conversión exige el reconocimiento del pecado, supone el juicio interior de la propia conciencia, y éste, puesto que es la comprobación de la acción del Espíritu de la Verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la Gracia y del Amor”.
El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.
Acércate a este Dios de Amor, conoce su palabra y hazla vida. Conságrate al servicio de este Dios que siempre perdona y siempre invita a un recto caminar.
Oración, Sacramentos y actos de desagravio. Vida renovada en el amor, vida consagrada a tu hijo, ¡vida con sabor a Cielo!